Reír y sonreír tiene un efecto positivo en nuestro bienestar, pero a medida que hacemos la transición de niño a adulto, tendemos a perder la costumbre de practicar estas conductas, por eso en Cuba nos reímos a cada rato de nosotros mismos…
Un buen ejemplo es cuando vamos a un parque y si miras a todos podemos ver que los niños van corriendo y riendo mientras disfrutan el momento, mientras que sus padres se sientan alrededor, llenos de las tensiones de la vida diaria, apenas sonriendo de vez en cuando para romper sus graves expresiones faciales.
Así que he estado revisando y parece que conviene reírnos para mejorar nuestra salud, que mejor que recordando algunos de nuestros refranes que he encontrado recogidos por Lydia Cabrera en su libro «Refranero de negros viejos» (Ediciones Habana, 1955, colección de Chicherekú), vamos a ver si nos reímos un ratico:
Ahhh y cuando nos da por la modificación de refranes, lo que sale puede ser bien curioso, mira éstos:
Otros resultan muy conocidos en casi cualquier país de la geografía hispanoparlante.
Pero seguro que coincidimos que todos, todos nos hacen pensar y sonreír a “lo cubano”!!