La biotecnología en Cuba contra el COVID19

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La biotecnología en Cuba contra el COVID19

“Contamos un chiste en Cuba, que si nosotros descubriéramos el remedio para el coronavirusDonald Trump dejaría morir a todos los norteamericanos antes que comprarlo”.

Lo dijo Ernesto, un joven afrocubano camarero del restaurante La Cava junto al restaurado Gran Teatro, en el centro de La Habana. Fue a principios de marzo. La Covid-19 acababa de aterrizar en Estados Unidos y Donald Trump minimizaba el peligro.

Mientras, Cuba preparaba su estrategia de cuarentena, pruebas y seguimiento de contactos, a la vez que ponía en alerta a los institutos de biotecnología del polo científico en el oeste de la ciudad.

La broma de Eduardo viene a cuento de que muchos estadounidenses no podrían ni imaginárselo. Efectivamente, la biotecnología en Cuba ha elaborado fármacos que ya han resultado eficaces para combatir el coronavirus en China y otros países.

Existe una diferencia importante entre el modelo de biotecnología en EE.UU. y Cuba. Impulsadas por los beneficios de las gigantes farmacéuticas, las biotech estadounidenses no garantizan el acceso a los nuevos fármacos, y menos a los más de 30 millones de estadounidenses que carecen de seguro médico. En Cuba la biotecnología pertenece al Estado y constituye una industria auxiliar de un sistema público y universal de sanidad.

El ejemplo de la compañía estadounidense Gilead Sciences –propiedad de los dos megafondos de inversión Blackrock y Vanguard– ayuda a ilustrar la diferencia. Gilead –presidida entre 1997 y el 2001 por Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa durante la invasión de Irak– fabrica el antiviral Remdesivir, que ha provocado subidas explosivas en la bolsa de Nueva York en las últimas semanas por su aparente éxito en el tratamiento de la Covid-19.

Pero el modelo de negocio de Gilead no garantiza que los estadounidenses más vulnerables al virus, los de menos renta, puedan beneficiarse del nuevo producto. A fin de cuentas, en el 2014 la misma empresa comercializó un nuevo fármaco antiviral para el tratamiento de la hepatitis C bajo la marca Harvoni. El precio: 1.000 dólares la pastilla.

Pasó lo mismo con el PrEP4, un retroviral para combatir el sida patentado por Gilead. “Los abusivos precios de Gilead han impedido el acceso de cientos de miles de estadounidenses a este fármaco”, denunció el grupo activista PrEP4all.

Cuba desarrolla una serie de fármacos que forman parte del cóctel utilizado con éxito contra el coronavirus

“El embargo nos limita mucho pero estamos especializados en optimizar pocos recursos trabajando juntos y tenemos apoyo de otros países, como España ”, dijo Maidalys Bravo Ramírez, especialista del centro Nacional de Genética en una entrevista mantenida en La Habana .

Asimismo, el embargo merma la capacidad de Cuba para realizar las pruebas masivas y para comercializar su ciencia en el mercado internacional y así generar fondos para financiar la sanidad cubana. “Necesitan crear volumen fuera de Cuba; puedes tener un buen producto pero si la gente no sabe no lo compra”, dijo a La Vanguardia Ricard Torres, del Instituto de Economía en La Habana.

Tomado de La vanguardia

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